Hoy quiero hablaros de la importancia del desarrollo emocional en los siete primeros años de vida y cómo interactúan nuestro Sol y nuestra Luna en nuestra Carta Natal, junto con los ciclos naturales de vida, para ir asentando las bases de nuestra personalidad. Estos siete primeros años son de vital importancia, ya que dependiendo de cómo lo gestionemos (padres/hijos), asentaremos las bases de una personalidad en un estado de equilibrio o bien todo lo contrario.
El Sol y la Luna «Un gran equipo»
Nuestro signo Solar y Lunar en nuestra Carta Natal representan dos entidades fundamentales para el desarrollo de nuestro propósito de vida, sobretodo en nuestros primeros siete años de vida.
El Sol en nuestra Carta Natal representa la semilla o esencia de un proyecto de vida a desarrollar. Una esencia que ha elegido nuestra Alma, de acuerdo a los aprendizajes a realizar en esta vida. Esta semilla, empieza a constituirse justo en el proceso de la concepción, en el que han intervenido el Sol/Padre y la Luna/Madre y se irá desarrollando en el proceso de gestación, gracias a la nutrición del seno materno (Luna). El Sol también representa la imagen paterna, y aquellas figuras referentes de las que nos fijaremos que nos sirvan para construir nuestro propio destino. Por supuesto, vendrán condicionados por el conjunto de influencias representadas por nuestra Carta Natal al completo.
Nuestro signo solar en superficie, representa el Ego. Es nuestro «yo» nuestra verdadera esencia. Y desde el instante en que nacemos hasta los 21 años de edad, es el tiempo que el Ego necesita para crear una identidad propia, separada de la de nuestros padres o referentes.
Nuestro signo solar en profundidad, conecta directamente con nuestra Alma, con nuestro corazón y es entonces cuando nos resulta fácil seguir el camino del alma, actuando con el corazón, en lugar de con la mente.
Del Sol, depende gran parte de nuestra energía, dado que es la gran fuente de combustible que necesitamos para sentirnos vivos. Y es con esa energía Solar y la casa donde esté alojado, ahí donde tenemos que desarrollar las aptitudes y habilidades correspondientes y donde más tenemos que «BRILLAR». Por lo que si no estamos desarrollando nuestro Sol despegado del Ego, podremos sentir una clara carencia energética para afrontar nuestra vida. La Casa donde esté alojado nuestro signo Solar, será la «escena» de nuestra vida donde tendremos que desarrollar nuestro sol en todo su esplendor.
Todos los arquetipos solares (Aries, Tauro, Géminis..) representan cualidades, aptitudes y habilidades innatas que poseemos para desarrollar nuestro propósito, pero dependerá de cómo haya crecido ese Sol, que lo hagamos en más o menos tiempo, con mayor o menor esfuerzo, desarrollando sus luces o sus sombras. Ya sea porque estemos siguiendo mandatos familiares o referentes que no nos han dejado escuchar a nuestro corazón, o bien porque ese Sol no haya estado nutrido como necesitaba.
¿Y quién se encarga de ese proceso de nutrición?
A través del proceso de desarrollo psicomotriz, nuestro Ego-Sol, va a ir ampliando el campo de nuestra conciencia; hasta convertirse en un gran gestor de nuestra vida y realidad personal. Y para ello, necesitamos nutrirlo adecuadamente para que pueda expandirse hasta desarrollar una gran personalidad. La Luna es la que se encargará de este proceso de nutrición Solar.
La Luna en nuestra Carta Natal representa cómo somos y nos relacionamos emocionalmente con el entorno. Qué es aquello que nos hace sentir seguridad, así como la manera que nosotros cuidamos de los otros.
La Luna va a representar la mente/emocional en la que todos los estímulos psico-emocionales estarán asociados al proceso de desarrollo psicomotriz.
Tiene un papel fundamental en la intervención de nuestra Carta natal, ya que también representa a la madre, no tanto como es ella en realidad, sino tal como nosotros la hemos vivido.
La Luna materna y la Luna del bebé están sincronizadas y la Luna materna tiene como finalidad, “nutrir”, no solo de alimento, sino también del sentimiento de protección y vínculo. Gracias a ambos, ese pequeño Sol/Ego se va a ir constituyendo con la ayuda del sentimiento de pertenencia que le aporta la Luna.
La Madre/Luna se va a encargar de cubrir el proceso de gestación extrauterino, que va a alargarse hasta los 7 años de edad.
« La Madre/Luna va a nutrir al Sol/Esencia para que vaya desarrollándose de acuerdo al plan elegido por el Alma»
De manera que, tanto la Madre como Luna en la Tierra, como la Madre Universal/Cosmos, se van a encargar de nutrir a ese diminuto yo con el Amor Incondicional necesario para que vaya creciendo.
Tenemos que tener en cuenta que nacemos con un signo Lunar determinado que provocará que la figura materna se comporte tal y como hemos “planificado” para desarrollar nuestro propósito de vida. Por ese motivo, dos hijos de la misma madre con Lunas en diferentes signos en sus respectivas cartas, podrán tener una visión distinta de su manera de relacionarse con su madre.
Quizás un niño con la Luna en Capricornio dirá de su madre que era una mamá exigente o fría, en cambio, su hermano con la Luna en Cáncer afirmará que su mamá siempre fue muy acogedora, protectora y permisiva con él. El primer hijo del que os he puesto el ejemplo, adoptará un comportamiento distante, aunque su madre intente ser igual de acogedora y tierna con ambos hijos. Es decir, nuestro tipo de Luna y las necesidades que le correspondan para su propósito de vida, marcarán el rol y el tipo de relación con su madre.
Con la protección de la Luna, el Sol/Ego se irá desarrollando como una entidad independiente; identificándose con las cualidades y aptitudes peculiares hasta constituir un “yo” original y único. Y para que ese Sol se desarrolle como un adulto, necesitará una media de 21 años, lo que vendría a constituir 3 ciclos Uranianos.
Estos ciclos Uranianos corresponden a 7 años. Por lo que cada 7 años, Urano dará un impulso al Sol para que procese cambios evolutivos. De ahí que hay tres etapas cruciales en el desarrollo evolutivo de un individuo. También debemos tener en cuenta los procesos de cambio que marcarán el desarrollo evolutio con los semiciclos de Urano, cada 3,5 años.
LOS CICLOS URANIANOS
- Primer semiciclo Uraniano: 3,5 años de edad
- Primer ciclo Uraniano: 7 años de edad
- Segundo semiciclo Uraniano: 10,5 años de edad
- Segundo ciclo Uraniano: 14 años de edad
- Tercer semiciclo Uraniano: 17,5 años de edad
- Tercer ciclo Uraniano: 21 años de edad
A partir de los 21 años de edad y si todo ha ido bien, la Luna empezará a ayudarnos a establecer vínculos como seres adultos, para que podamos relacionarnos emocionalmente con otro ser y compartamos nuestra luna con otras lunas, desapegados del vínculo maternal.
PERO ALGO PUEDE FALLAR ….
Pero en este proceso de desarrollo, algo puede fallar. Puede que la Luna materna haya transmitido a la Luna del bebé emociones de miedo, inseguridad, e incluso, pánico y terror. No importa el signo donde esté esa Luna. Y ahí el ego “en superficie” asumirá as riendas de nuestra vida porque ha sentido que su supervivencia se ha puesto en riesgo.
Desafortunadamente, este tipo de situaciones se dan con demasiada frecuencia y eso provocará que se rompa el paradigma esencial de la vida, “cobijo, alimento y amor” encendiendo todas las alarmas rojas de ese individuo.
Eso no sucederá si hasta los 7 años de vida hemos cubierto correctamente las necesidades Lunares y no hemos amenazado a ese pequeño Sol.
Hay un juego constante entre el Sol y la Luna. Si lo hacemos bien conseguiremos que crezca con un ego correcto, en lugar de un ego primario. El ego primario no necesariamente va a ser instalado para que no se sienta amenazado para vivir en un mundo hostil.
Si no lo hacemos bien, la mente primaria tomará las riendas de nuestras vidas y esa perqueñ@, crecerá priorizando la supervivencia. Así que, el Sol/Ego tomará las riendas a través del cerebro/Luna más primario. Eso significa convertirse en un esclavo de su propia mente.
Vivir desde la mente primaria es vivir con miedo y tensión y cuando la insatisfacción se hace presente, siempre la proyectamos hacia el exterior. De este modo, perseguimos objetivos y una vez los alcanzamos, regresa de nuevo esa insaciable satisfacción que volverá a crear una nueva necesidad y así entraremos en un bucle infinito. Viviremos desde una posición victimista creyendo que lo externo es lo que nos impide desarrollar nuestras necesidades interiores.
Cuando esto sucede, es cuando la Luna, empezará a estar en desequilibrio y generará emociones inarmónicas, provocando que activemos “las sombras” de nuestro signo Lunar y establezcamos vínculos de dependencia.
Así que si nuestro Sol/Ego ha sido alimentado vorazmente con claras carencias Lunares (emotivas), esa Luna tendrá un comportamiento emocionalmente voraz, y vivirá esperando que los otros cubran nuestras necesidades, y de no hacerlo, pueden aparecer reacciones desproporcionadas. «Necesitaremos que se cubran nuestras necesidades tal y como esperamos y cuando las esperamos»
Esa posición egóica, la Luna buscará vincularse (autoengañándose), creyendo que lo de “afuera” le aportará la felicidad que ansía nuestro Sol, pero eso no ocurrirá hasta que no situemos a nuestro Sol en el más absoluto presente y vivamos en resonancia con su energía, sintiendo las emociones que verdaderamente surjan del corazón (El Sol).
Debemos ser capaces de vivir en conexión con nuestro Sol, nuestro dador de vida, para estar conectados con nuestro Ser Superior “nuestra Alma” y así nuestra Luna podrá nutrirnos de emociones equilibradas.
Por lo que es muy importante aprender a vivir desde el SOL/CORAZÓN, solo de este modo podremos vivir en el PRESENTE y sin miedos.
Vivir desde el SOL/CORAZÓN, significa vivir sin miedo, situado en el PRESENTE, en el AQUÍ/AHORA , siendo capaces de afrontar con paz y serenidad, incluso las peores circunstancias de la vida.
Gracias por estar aquí!